Por fin tenemos el ¡Hola! que llevamos tiempo reclamando, porque aunque la portada de esta semana es un aburrimiento, el interior es oro molío. Ana Boyer es una chica adorable y muy mona, pero con sinceridad, a mí me despierta un interés cero. Pero como se suele decir, no se puede juzgar un libro por su portada y el ¡Hola!, muchísimo menos.
En páginas interiores nos encontramos con una reportaje cuya protagonista es Beatriz de Orleans, que acaba de pasar el coronavirus. La revista también nos informa de que ha sido condecorada con la Orden de Isabel la Católica por fundar la Asociación Española del Lujo y de que sus planes inmediatos son dar una fiesta enorme cuando pase esto. Si esto no es ¡Hola! en estado puro, yo ya no sé. Pero por si nos quedaba alguna duda, también nos enteramos de que sus hijos "han hecho matrimonios fantásticos" (sic) porque se han casado con gente católica, culta y fiel. Decidme que no es una maravilla. Esto es lo que esperamos de ¡Hola!, no que una señora muy sincera nos diga que no nos va a contar si se tatúa los pezones, porque pertenece a su intimidad.
Beatriz de Orleans, condecorada |
Para los que no conozcan al caballero, os cuento que la mayoría de nosotros lo conocimos en el año 2016 por ser detenido por fingir su secuestro y pedir 10.000 euros a su familia, tras pasar dos días con prostitutas, drogas y alcohol. Vamos, que se quedó sin cash y en vez de pedirle a su madre que le hiciera un bizum, pues le dijo que le habían secuestrado. Pero el caso es que ya está recuperado de todas esas cosas y ha creado una campaña solidaria (www.nonosrendiremos.org) para la lucha contra el hambre y está dedicando su tiempo a actividades más productivas. Bravo por él.
Pero centrémonos en la casa. La casa es como si alguien hubiera metido en una coctelera todas las tendencias en decoración desde 1960 hasta el 2020 y las hubiera vomitado. Encontramos suelos en zig-zag, papel pintado de palmeras, palmeras propiamente dichas, cuadros de flores pop-art, sofás de escay, cojines animal print, taburetes con damero, una estantería con unos cuarenta pares de zapatos marrones (algunos necesitarían un poquito de kanfor), incluso una bañera en la que han colocado todos los botes de gel que han ido arramplando por los hoteles, con las paredes de espejo y decorada con cuadros. ¿Quién pone cuadros en una bañera? Pues nuestro amigo Lapo es así de original, que una cosa os digo, los nombres propios deberían poder cambiarse según el país al que vayas a ir, tipo cuando al Mitsubishi Pajero le cambiaron el nombre en España y países de habla hispana por motivos que no hace falta que os cuente.
Dejando a Lapo, nos vamos a la sección "señoras estupendas en bikini" en la que esta semana encontramos a Eugenia Silva, Paz Vega, Laura Vecino y Rafael Medina y Sandra Gago, una impresionante premamá, según el Hola, que no te digo yo que no, pero ni rastro de barriga.
También tenemos en este número de ¡Hola! la boda que nos robaron, pero de esto ya hablamos largo y tendido en el post de la semana pasada y no hay mucho más que añadir, porque además, tenemos que centrarnos en que Mar Flores ha vuelto con Elías. Porque probablemente lo habían dejado. Y probablemente lo vuelvan a dejar, pero no os preocupéis, que volverán de nuevo. El caso es que han pasado el confinamiento separados y ahora se han vuelto a juntar en Saint Tropez. Yo calculo que para antes de septiembre ya habrán roto de nuevo.
Mar, ¿estamos juntos ahora o lo habíamos dejado, que no me acuerdo? |
Letizia y Paquita, unidas por los torreznos |
Y hablando de bodas, se ha casado la nieta del barón Thyssen en secreto y por sorpresa. La muchacha en cuestión, es que sé que no me vais a creer, pero es diseñadora de joyas, os lo juro por la gloria de mis Holas pasados. La cuestión es que, como ya hemos dicho, la boda fue por sorpresa y esa debe ser la razón de los estilismos, porque no encuentro otra.
Foto: Cosas.pe |
Yo no sé por dónde empezar, así que vayamos por los padres de la novia, a la derecha. Ella no es Tita Thyssen, os lo prometo, es su hijastra, esa con la que casi se tira los cuadros a la cabeza y que ha acabado por ser un clon suyo. No tengo palabras. No sé si es el sombrero de JR de Dallas lo que más me gusta, o el cinturón de la colección 95-96 de Almacenes Salamanca. Aunque tal vez sea la camisa de brilli-brilli, no lo tengo claro. En cuanto al padre, solo decir que hay sitios dónde te entallan la ropa y te la dejan niquelada. La pose de la novia "date prisa, que me hago pis" también es reseñable.
Y lo vamos a ir dejando, porque me tengo que ir, con una muchacha a la que he conocido en el día de hoy, llamada María Fernández-Rubíes, que debe haber hecho cosas muy importantes en la vida porque parece ser que tiene seiscientos mil seguidores y que también está preñatis. Nos dice que que no nos equivoquemos, que la gente de a pie suele pensar que eso de ser influencer es fácil, pero que la cosa lleva muchísimo trabajo.
No seré yo la caiga en ese error, ya que desde que vi un reportaje en Cuatro sobre lo durísimo que era ser influenser, no quiero ese trabajo ni regalado. Aquí podéis leer un pequeño resumen de las durísimas condiciones de trabajo a las que se enfrentan y lo poquísimo valoradas que están las influs. Si es que deberíamos salir a aplaudirles todas las tardes a las ocho.
Y hasta aquí el Asivemoselhola de esta semana. Os espero en Instagram para analizar con mayor profundidad alguno de estos temas y si ustedes gustan, en cualquiera de mis novelas que tienen ustedes disponibles en cualquier librería (enlace a la derecha).
Ah, no me quiero ir sin agradeceros que hayáis dejado a Amazon sin existencias de la primera de ellas, "Nosotros, en singular, se dice tú y yo". ¡Gracias de corazón!
¡Un abrazo chillao!