Recibo esta mañana un mensaje de mi amiga Ana, en Instagram: "He visto esto y no he podido evitar pensar en ti", me dice. Cómo me conoce. Esto no es otra cosa que una especie de artículo de la revista Elle, donde se elogia el "potente gesto" que ha tenido la modelo actriz cantante loquesea Chiara Ferragni. No te preocupes si no sabes quién es, que yo tampoco le ponía cara al principio. El caso es que la muchacha, con un par, ha subido una foto a Instagram, tapándose las teticas con el brazo, reivindicando su derecho a estar buenísima después de ser madre. Pohclaro. Ah, pero no, no te vayas a creer que es que esto es una chorradica así sin transcendencia, que es que la gente ("la gente") se mete con ella porque está que se rompe de buena y eso a una madre no se le puede consentir. Hombre, hasta dónde vamos a llegar. Que nadie tiene derecho a ridiculizarte por ser madre y estar buena, dice la moza, os lo juro por mi vida.
Yo os voy a decir una cosa, desde el fondo de mi corazón: como madre, como mujer, como bloguera, como maestra, como opositora y como escritora, EXIJO mi derecho a no estar buenorra all the time. Porque mira, porque sí. Porque me revienta ya el temita. Porque después de albergar una criatura (tres, en mi caso) en mis entrañas durante nueve meses, después de sufrir de náuseas unas quince semanas consecutivas en cada embarazo, después de engordar casi treinta kilos en mi primer embarazo y después perder menos de los que debía, después de luchar para no engordar más que lo justo y necesario en los dos siguientes, después de sacar tres criaturas por un lugar que estará preparado para ello, pero quién lo diría y después de pasarme meses sin dormir, con mis pechos llenándose y vaciándose cada poco tiempo, creo que me he ganado el derecho a no estar buena si no me da la gana.
Que ya está bien, hombre. Que sí, que está muy bien eso de cuidarse, del real food, del healthy, del fit y de mi abuela en bicicleta, pero no me agobies. Que me pongo mala cada vez que sale la cantante, presentadora, modelo o suslabores de turno y las revistas alaban que ha recuperado su figura en tiempo récord. No queda ni rastro del paso del embarazo por su cuerpo. Pues cómo me alegro por ti, mari, pero por mi cuerpo, el embarazo no es que pasase, es que arrasó. Estrías, flacidez, manchas, descolgamientos varios... vamos, lo que viene siendo traer una criatura al mundo. Sí, ya sé que las hay con suerte y salen del paritorio con los vaqueros slim fit abrochados, pero vamos a reconocer una cosa, lo normal, no es. Y luego están las otras, las que los medios califican de valientes porque se atreven a mostrar que en su barriga postparto, igual se dejaron a algún otro bebé. Valientes. Ajá.
Me contaba mi amiga que el artículo lo había leído en el Instagram de una de estas mujeres cuya aportación a la Humanidad es decir que, para evitar la depresión postparto, te pintes los labios de rojo. A lo mejor es porque yo no soy instamami y esa parte de la sabiduría maternal se me escapa, pero yo pienso que, lo mismo, para evitar la depresión postparto igual vendría mejor padres implicados al completo tanto en el cuidado de sus hijos recién nacidos, como en el cuidado de la madre, a la que le acaba de pasar un camión por encima. Igual para la depresión postparto vendría mejor que la sociedad dejase de presionarnos con estar delgadas, jóvenes, tersas, sin un pelo y maquilladas desde que nos levantamos. No sé, lo mismo dejar de decirnos que podemos (debemos) ser sexis cuando lo más seguro es que no nos apetezca una mierda, nos ayuda un poco a no sentirnos una basura si han pasado seis meses desde que diste a luz y no cabes en los pantalones (ni parece que vayas a volver a caber en la vida).
Ahora, eso sí os lo digo, no meterse con Chiara, que la pobre mujer no tiene la culpa de estar tan buena, ni de tener tanto tiempo libre.
Un abrazo chillao.
Chiara Ferragni, exigiendo su derecho a estar buena y a que no te dejen en ridículo por ello |
Que ya está bien, hombre. Que sí, que está muy bien eso de cuidarse, del real food, del healthy, del fit y de mi abuela en bicicleta, pero no me agobies. Que me pongo mala cada vez que sale la cantante, presentadora, modelo o suslabores de turno y las revistas alaban que ha recuperado su figura en tiempo récord. No queda ni rastro del paso del embarazo por su cuerpo. Pues cómo me alegro por ti, mari, pero por mi cuerpo, el embarazo no es que pasase, es que arrasó. Estrías, flacidez, manchas, descolgamientos varios... vamos, lo que viene siendo traer una criatura al mundo. Sí, ya sé que las hay con suerte y salen del paritorio con los vaqueros slim fit abrochados, pero vamos a reconocer una cosa, lo normal, no es. Y luego están las otras, las que los medios califican de valientes porque se atreven a mostrar que en su barriga postparto, igual se dejaron a algún otro bebé. Valientes. Ajá.
Me contaba mi amiga que el artículo lo había leído en el Instagram de una de estas mujeres cuya aportación a la Humanidad es decir que, para evitar la depresión postparto, te pintes los labios de rojo. A lo mejor es porque yo no soy instamami y esa parte de la sabiduría maternal se me escapa, pero yo pienso que, lo mismo, para evitar la depresión postparto igual vendría mejor padres implicados al completo tanto en el cuidado de sus hijos recién nacidos, como en el cuidado de la madre, a la que le acaba de pasar un camión por encima. Igual para la depresión postparto vendría mejor que la sociedad dejase de presionarnos con estar delgadas, jóvenes, tersas, sin un pelo y maquilladas desde que nos levantamos. No sé, lo mismo dejar de decirnos que podemos (debemos) ser sexis cuando lo más seguro es que no nos apetezca una mierda, nos ayuda un poco a no sentirnos una basura si han pasado seis meses desde que diste a luz y no cabes en los pantalones (ni parece que vayas a volver a caber en la vida).
Ahora, eso sí os lo digo, no meterse con Chiara, que la pobre mujer no tiene la culpa de estar tan buena, ni de tener tanto tiempo libre.
Un abrazo chillao.