domingo, 19 de julio de 2020

Nos han robado una boda real

Que el coronavirus está causando estragos y que ha vuelto la vida del revés a prácticamente todo el planeta, es algo que ni se discute. Pero si hay algo que no le perdonaré jamás al bicho este es que nos haya privado de la posibilidad de asistir a la boda de Beatriz de York. Vale, sí, se ha casado y lo hemos visto, pero nosotros queríamos una boda como la de su hermana Eugenia, con su Sarah Ferguson sudando cual Camacho en el Muncial, Sumaje entrando al templo al ritmo de God save the Queen y Harry de chaqué. Sobre todo, esto último, para qué nos vamos a engañar.

Yo no sé si recordáis aquella boda, pero por si acaso os voy a hacer un pequeño recordatorio, para que os hagáis a la idea de lo que nos hemos perdido. En primer lugar, vimos que Sarah Ferguson es tan de carne y hueso como todos los mortales y que que cuando se pone nerviosa suda, pero mucho.


En cuanto a los invitados, pudimos comprobar que en las bodas reales, muy bien no debe dar de comer y que por eso algunos invitados se llevan el happy meal. 

Foto de mis destacados de Instagram 
Además de comer regulinchi, las bodas reales también tienen que ser un aburrimiento máximo, por eso, en la boda de Eugenia tuvieron el detalle de contratar a un mago, que venía directamente de la taberna de Frasquito, de tomarse un chato. 


La música es algo que tampoco puede faltar en ninguna boda y en la de Eugenia, los novios no se decidían entre ABBA y Britney Spears, suerte que ellos se lo pueden permitir y llevaron a las dos.

Foto de mis destacados de Instagram
Pero nada de esto ha sido posible en la boda de Beatriz y nos hemos tenido que conformar con una boda pequeñita e improvisada, o eso dicen. Resulta que Sumaje tenía que condecorar a Sir Thomas Moore, un señor de 100 añazos que ha recaudado 32 millones de libras para la lucha contra el coronavirus y aprovechando que la abuela se había puesto la faja, pues han organizado la boda. 

Si Beatriz puede guardar la distancia social con sus abuelos el día de su boda, tú también puedes hacerlo con tus amigos cuando te tomes una cerveza.
Es lo bueno de pertenecer a una familia real, que organizas una boda en dos patadas. No tienes que coger fecha en la iglesia con meses (o años) de antelación, porque tienes la capilla de Todos los Santos del palacio de Windsor para ti sola. No tienes que contratar cátering, ni camareros y la barra libre tampoco es un problema, porque Sumaje acaba de sacar su propia marca de ginebra, fabricada a partir de plantas del mismísimo palacio de Buckingham.  

Por 44€ de nada podéis beber la ginebra de Sumaje y, seguramente, ser inmortales como ella.
Foto: La Vanguardia
Una de las decisiones más importantes para todas las novias es el vestido y los complementos, pero si tu abuela es la Reina de Inglaterra, lo tienes chupao. Sumaje ha lucido cantidad de vestidos blancos a lo largo de sus casi setenta años de reinado y entre todos ellos, a Beatriz le ha gustado uno que la reina ha llevado en tres ocasiones a lo largo de su vida: en un viaje de estado a Roma en 1961, en el estreno de Lawrence de Arabia en 1962 y en la apertura del Parlamento en 1966. Como comentábamos hace unas semanas en Asivemoselhola, a lo que tú llamas "ponerte la ropa más de una vez", los royals lo llaman "reciclar". El vestido era un diseño de Norman Hartnell, que también diseñó el vestido de novia de la reina y el de la princesa Margarita con Tony Armstrong (esperemos que el matrimonio de Beatrice se parezca más al de su abuela que al de su tía abuela). 

La reina en su viaje a Roma en 1961, cuando estrenó el vestido.

Sumaje en el estreno de Lawrence de Arabia, en 1962, repitiendo modelo

Sumaje, aburrida de la vida de ponerse el mismo vestido, en 1966
En honor a la verdad, hemos de decir que en esta ocasión sí que se ha hecho una verdadera labor de reciclaje, si por eso entendemos hacerle unos arreglos. Le han puesto mangas y le han añadido un palmo y medio de raso al bajo, que Sumaje será muchas cosas, pero un ángel de Victoria Secret, no es una de ellas. Yo no sé mucho de costura, pero, ¿otro apaño no había? En cualquier caso, la novia estaba monísima, yo ya os he dicho en Instagram que para mí es la princesa Ariel, solo le falta llevar una pecera con Flounder en vez de ramo.

Bajo el mar, bajo el mar, vives contenta siendo sirena, eres feliz...
Otro detalle de la novia es que ha llevado la misma tiara que llevó su abuela en su boda, la tiara Fringe de Hannover, que también llevó la princesa Ana cuando se casó con Mark Phillips. Ya os digo que esto de ser royal es un mundo de ventajas en lo que a organización de bodas se refiere. Solo tienes que irte a la Torre de Londres y darte una vuelta por allí hasta encontrar algo que te guste. 

Sumaje el día de su boda
La princesa Ana, el día de su boda, con la tiara Fringe y el peinado que enamoró a Drácula, de Bram Stoker. 
En cuanto a los invitados, poco se sabe, porque en las fotos que han compartido solo aparecen los abuelos de la novia, pero según dicen, es posible que hayan acudido tanto los padres de la novia, Andrés y Sarah, como los del novio Nikki Shale y Alex Mapelli Mozzi - ¿no os parece maravilloso que los padres se llamen Nikki y Alex, como los gemelos del tío Jesse en "Padres forzosos"? - así como los hermanos de los novios. Se supone que Kate y William también habrían ido y se da por seguro que Meghan y Harry se han quedado en Los Ángeles, de incógnito con su mascarilla como ya vimos la semana pasada en ¡Hola! 

Lo que sí que es seguro es que no hay mal que por bien no venga, en primer lugar porque con esta boda tan sui generis, la casa real inglesa se ha ahorrado el trago de solucionar el marrón de quién llevaba a la niña al altar. Y es que claro, no me imagino yo al príncipe Andrés andando por el pasillo central de Westminster, la catedral de San Pablo o de la capilla de San Jorge, del palacio de Windsor, por muy padre de la novia que sea, después de enterarnos de que, presuntamente, obligaba a menores de edad a acostarse con él. Con esta boda tan discreta y reducida - al menos, en lo que ha trascendido a la opinión pública - se acabó el problema, circulen señores, que aquí no hay nada que ver. 

El otro problema del que se han librado es qué hacer con Camilla. Sarah, como íntima amiga de Diana que era, no la puede ni ver sin hacerse cruces. En la boda de Eugenia, casualmente Camilla tenía preparado un viaje a Escocia para visitar una escuela infantil que era imposible de cancelar, tal y como os conté en Instagram, dónde tenéis un destacado con la crónica de aquella boda. 



Pero hay que admitir que la versión oficial del viaje no se sostiene, porque como todos sabemos, solo existe una razón poderosa para ir a Escocia: 

Yo tocaré piedras por ti
Y esto es todo, amigos. Esperemos que el puñetero coronavirus desaparezca pronto de nuestras vidas y deje de privarnos de estos raticos, porque... ¡ay, si no fuera por estos raticos!

Un abrazo chillao. 

3 comentarios:

  1. Eres la caña ¡¡¡ me parto contigo.

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  2. Muchas gracias por la crónica bodil, no hay nadie que analice mejor que tú estos acontecimientos, esperando que el ESCOCÉS se manifieste pronto recibe un cordial saludo desde Cantabria. Libertad y whisky (pienso decir eso a todas horas) ����������

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