jueves, 19 de marzo de 2020

Los Windsor. Capítulo 1: Victoria & Alberto


Pocas familias hay en el mundo cuya historia sea tan apasionante como la de los Windsor, una historia que, en sentido estricto, empieza incluso antes de que los Windsor existieran.
Pero no os preocupéis, que no voy a empezar este #AsiVemosLosWindsor por el principio de los tiempos, apenas me voy a remontar un siglo atrás.

Nuestra primera protagonista es Alejandrina Victoria de Hannover, nacida el 24 de mayo de 1819 en el palacio de Kensington (Londres). Podríamos decir que Alejandrina era una niña alegre y pizpireta, pero sería una trola, porque la verdad es que la criatura tuvo lo que podríamos denominar una infancia de mierda. La pobre se quedó huérfana de padre al cumplir un año y su madre, la duquesa de Kent, que era una sargenta, la tuvo atada en corto todo el tiempo que pudo. Con la ayuda de su mayordomo, Sir Conroy, al que según los rumores se trajinaba, la madre de Alejandrina la mantuvo alejada de otros niños de su edad y de todas aquellas personas que consideraban que eran potencialmente peligrosas para ella, lo que en la práctica se traducía en todos los miembros de su familia paterna. Cuando la zagala se fue haciendo mocica, la madre estaba tan obsesionada con la virtud y con preservar la flor de Alejandrina que la obligaba a compartir alcoba con ella, no fuese a ser el demonio. 

Victoria cuando aún dormía con su madre
El mismo año que murió su padre, también falleció su abuelo, pero hasta unos años después, Alejandrina no se empezó a oler la tostada de lo que se le venía encima. La cosa debió ser algo como lo siguiente:

- Alejandrina, ¿qué te iba yo a decir? ¿Tú te has coscado de que el rey es tu tío, verdad?
- Algo he oído.
- Y tú te has dado cuenta de que tu tío Guillermo, que está muy malico, hijos legítimos que estén vivos no tiene, ¿no?
- Y yo qué sé, si no me dejan jugar con nadie. 
- Pues calienta, que sales. 

Os podéis imaginar que las relaciones de la madre de Alejandrina con la familia paterna de su hija eran un poquico tirantes. Vamos, en Nochebuena no se mandaban wasaps con filtros de Snapchat para felicitarse. Fijarze bien cómo sería la cosa que el chache Guillermo dijo en cierta ocasión que no tenía intención alguna de morirse antes de que Alejandrina cumpliese los dieciocho, porque morirse antes supondría que su cuñada fuera regente, y por ahí sí que no pasaba. Pues cumplió su promesa. Nada más cumplir los dieciocho Alejandrina, el chache Guillermo dijo hasta luego, Lucas. Eso convirtió de facto a Alejandrina en reina, cuyas primeras decisiones fueron cambiarse el nombre por el de Victoria, porque lo de Alejandrina le sonaba a muñeca repollo, y echar a su madre del dormitorio, que ya estaba bien. 

La movida era que, como es normal, Victoria estaba soltera y había que casarla, más pronto que tarde. En aquel momento, ella andaba un poco enamoriscada de Lord Melbourne, que era el primer Ministro, así que cuando su tío Leopoldo le propuso que se casara con su primo Alberto Sajonia Coburgo, le dijo que "te lo agradezco, pero no". Pero claro, eso fue antes de verlo, porque parece ser que cuando se lo presentaron, a Victoria se le cayeron las enaguas al suelo y dijo que todo por la patria y que si había que casarse con aquel mocetón de metro ochenta, ojos azules como el cielo y nariz prominente, pues que ella hacía el esfuerzo. Y le entraron las prisas, porque en aquella época, ni un besico antes de pasar por el altar y ella estaba deseando enseñar a aquel mozalbete alemán los rincones más oscuros de la Gran Bretaña. 
"Alberto, cari, ven un momentico a mis aposentos, que hay
que... cambiar una bombilla"
Nueve hijos tuvieron, aunque se cuenta que a ella le gustaba más hacer hijos que estar embarazada. Claro, la mujer se pasó media vida embarazada y eso hizo que Alberto asumiese muchas responsabilidades de la corona, lo que a Victoria le tocaba las narices, porque coño, la reina era ella y montaba unos pollos de escándalo. Tales eran las movidas que a veces Alberto le metía notas por debajo de la puerta por miedo a que le arrancase la cabeza. Sin embargo, ella estaba loca por él, hasta el punto que, como Alberto murió tras visitar a su hijo Bertie (quién después sería el rey Eduardo VII), le echó la culpa y dejó de hablarle por los siglos de los siglos. Victoria murió en 1901 y aunque pertenecía a la casa Hannover, podemos considerarla la matriarca de la familia Windsor, como veremos en siguientes capítulos.

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